sábado, 17 de octubre de 2020

Los chicos de la banda.

¿De quién es una película? Esa es la pregunta que planteó hace unas semanas en el programa de radio Cowboys de Medianoche, José Luis Garci. ¿Del director? ¿Del guionista? ¿Del actor principal? Si un cuadro o un libro no plantean problema a la hora de conocer su autoría, en el cine o en una serie de televisión la cosa no está tan clara.

Por ejemplo, la película de la que escribo hoy: Los chicos de la banda. ¿De quién es?


Inicialmente pareciera que pertenece a la productora. Una película original de Netflix reza el anuncio, pues eso, ni del director, ni del guionista, ni del actor principal, sólo de los que ponen la pasta. 

En mi caso la mayor parte de las veces la película es de la razón que me lleva a decidirme por verla. Puede que sea el director o que sea, como en este caso, del que entiendo puede considerarse el actor principal que no es otro que Jim Parsons


Tenía ganas de comprobar cómo recibo en otra caracterización, a quien tengo tan asociado a su personaje en la serie The Big Bang Theory y confieso que el resultado ha sido más que bueno. No hubo en todos los minutos de la cinta ningún gesto o viraje que me recordase a Sheldon y esto prueba el gran actor que es Parsons.

Los chicos de la banda es una de esas películas que ocurren en una sola estancia. En la que todos los actores tienen un protagonismo grande aunque no se puede negar que Jim Parsons es el hilo conductor que da pie a todos los demás. Transcurre en los últimos sesenta del siglo pasado y está realmente bien ambientada.

Si nos fijamos en sus protagonistas podríamos decir que es una película de temática gay pero creo que eso es sólo la punta del iceberg. Entiendo más bien que se trata de un drama íntimo en el que los sujetos protagonistas no son lo más importante.

Digo esto porque lo que más me ha gustado es lo que subyace a lo evidente: cómo gestionamos el amor, cómo gestionamos lo que somos, lo que sentimos o lo que queremos ocultar. La lucha interna que muchos hemos sentido en alguna ocasión y que nos enfrenta a esa pregunta que queremos resolver pero no nos atrevemos a plantearnos por miedo a conocer su respuesta.

Estos conflictos internos, particularizados para cada personaje están muy bien llevados. Sutiles, se dejan entrever las historias que están detrás sin resultar evidentes. Sin apelar al morbo dejan mucho a la imaginación del espectador lo que permite que la historia siga más allá del metraje de la cinta.

Luego está la fotografía y sobre todo la banda sonora. Todo ayuda a que esta película sea de las pocas que he visto en los últimos años en la que una vez he terminado de verla, no me quedo con la sensación de que podría haber sido mucho más y no se ha quedado a medias.

Lo dicho, una gran película.


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