miércoles, 6 de febrero de 2013

Sobre la modificación de la Ley Electoral.


Estamos en mitad de una de las semanas más convulsas que en lo político se recuerdan. Por una parte tenemos a los principales partidos nacionales lanzándose gravísimas acusaciones de corrupción, por otra las cifras de paro alcanzan en España unos niveles ciertamente angustiosos y, para colmo de males, los indicadores económicos no parecen dar el respiro que se esperaba. Una semana complicada y convulsa que aquí en Extremadura se ve aderezada con el anuncio del Presidente Monago de presentar ciertas modificaciones en lo que a la Ley Electoral se refiere.
En este caos, las declaraciones de unos y otros se suceden en un intento de aplacar la indignación general y el descrédito en el que los partidos tradicionales han caído. Así, podemos leer y escuchar cómo se enarbolan sin ningún pudor las banderas de la transparencia y de la regeneración democrática por aquellos que hace apenas pocos meses votaban en contra medidas que proporcionarían ese crédito que ahora echan en falta. Asistimos a unas clarísimas maniobras de distracción que no buscan más que encontrar el tiempo necesario para que el asunto se enfríe y pase a un segundo plano. Lo malo es que el asunto está que arde y no hay manera de calmar la indignación general.
Ayer, el presidente Monago dio un paso para cambiar una de las patas del banco que sustentan la crisis política en la que nos vemos envueltos y que es la Ley Electoral. Esto no es malo en sí, de hecho desde UPyD alabamos la valentía de la propuesta, pero no han faltado aquellos que ven en el anuncio una maniobra para salir un poco airoso de la que se nos viene encima. De hecho, la propuesta, como muchas otras que se escuchan estos días, no figura en el programa electoral y en el propio Congreso de los Diputados, compañeros suyos del PP Extremeño, han votado en contra de medidas similares propuestas por UPyD.
Desde la fundación, hace ya más de cinco años, de UPyD se han venido ligando los conceptos de crisis económica como consecuencia de la crisis política. Una cosa es, desde nuestro punto de vista, consecuencia de la otra y sólo solucionando la segunda estaremos en condiciones de poder resolver la primera. UPyD, ha publicado un manifiesto por la Regeneración de la Democracia y la Refundación del Estado, en el que nombran esas otras patas que hay que sanear para salir de la crisis: leyes eficaces contra los corruptos, reforzar la capacidad de control y sancionadora de los organismos de regulación pública, garantizar la independencia del poder judicial, una Ley de Transparencia que incluya a partidos políticos, sindicatos y a la Casa Real y la reforma de la Constitución para resolver, entre otros, el problema territorial y de competencias por el que se desangra España. Ese sería el tipo de documento sobre el que tendrían que trabajar y venir trabajando PP y PSOE desde hace ya muchos meses para ser creíbles.
Volviendo a la Ley Electoral Extremeña, la que actualmente tenemos deja al ciudadano preso e impotente en un sistema anticuado de representación que no sólo no refleja la realidad de lo que piensa el pueblo, si no que permite desigualdades entre territorios, haciendo que el voto de unos valga más que el de otros. El cambio de la Ley Electoral en los términos que Monago anuncia, permitiría una mayor capacidad de decisión a la hora de escoger a los representantes y una mayor capacidad para “sancionar”, con la pérdida de su confianza, a aquellos que no hayan respondido a las expectativas en ellos depositadas. Es necesario ese cambio y por eso esperamos que a la propuesta se unan, por sentido de la responsabilidad, tanto IU como PSOE que son quienes ahora tienen en sus manos la capacidad de que las reformas anunciadas salgan adelante.
Cierto es que la propuesta viene acompañada del aroma de la duda, del que no sea más que una cortina de humo para ocultar datos del paro y desviar de ellos la atención del ciudadano, pero desde UPyD creemos que no sería justo negar de primeras la mano que se nos tiende para realizar un cambio tan importante como necesario para la sociedad  Extremeña.
Por todo ello valoramos muy positivamente el gesto del Presidente Monago, apelamos a la responsabilidad tanto de Vara como de Escobar para que se suban al carro de la reforma y que vea la luz un acuerdo que devuelva la confianza del ciudadano en sus representantes. Desde UPyD en Extremadura volvemos a reiterar nuestra voluntad de colaboración.

viernes, 1 de febrero de 2013

Más transparencia.

Si de algo ha servido la irrupción de UPyD en la sociedad española es para que en los mentideros políticos, en las Asambleas y en boca de los más reconocidos tertulianos, aparezcan con asiduidad nuevos conceptos como los de devolución de competencias, disolución de diputaciones, reestructuración de la administración y sobre todo uno que se ha puesto ahora muy de moda que es el de la transparencia. Aparecen, pues son reflejo de lo que una sociedad cada vez más cansada, demanda a gritos y si bien están ahí presentes zumbando como moscas las conciencias del personal, son mareados y manoseados hasta que pierden su verdadera esencia y se vuelven una distracción con la que conseguir que todo siga funcionando como hasta ahora.
Ayer mismo el PSOE extremeño anunciaba que iba a publicar las declaraciones de la renta de sus diputados en su página web. El objetivo, según palabras de su portavoz parlamentario, es el de que la ciudadanía se reconcilie con los políticos, con lo que el sujeto beneficiario de la transparencia, a ojos del representante socialista, es el político y no la sociedad. Una vez más y no sin asombro, podemos comprobar cómo la capacidad de desvirtuar conceptos se vuelve arte en manos de los partidos mayoritarios.
La transparencia ha de defenderse como una herramienta para el buen funcionamiento de la sociedad, no como un camino para devolver la dignidad que han perdido, no los políticos, si no los que hacen política desde determinados partidos. La transparencia ha de ser un instrumento para que los ciudadanos recobren el control sobre la cosa pública y puedan juzgar con mayor conocimiento de causa la labor política de sus representantes, ese es el verdadero objetivo que se consigue defendiendo unas instituciones transparentes que enseñan sin temor los resultados de su gestión.
Transparencia no sólo es saber cuánto cobran y cómo han aumentado o no  los patrimonios de aquellos que nos gobiernan, que también, la transparencia es conocer cuánto ingresan, vía nuestros impuestos, los partidos políticos y sindicatos y en qué y cómo se lo gastan. No podemos olvidar que es nuestro dinero no el suyo el que se mueve en sus manos y tenemos derecho a saber dónde va a parar y una vez sabido esto, decidir si nos parece adecuado o no.
Transparencia es facilitar de una manera rápida y al alcance de todos, los presupuestos de ayuntamientos y demás instituciones, los contratos que se realizan en determinadas fundaciones y empresas públicas, que se pueda seguir el proceso de de una obra desde que sale a concurso hasta que se entrega terminada, los sobrecostes, si los ha habido,  quiénes son las subcontratas y  así desde el primero hasta el último de los estamentos de la administración.
Lo que se ha tratado en el Parlamento de Extremadura y que para colmo, no todos están dispuestos a aceptar, no busca el bien del ciudadano si no el de los partidos mayoritarios, que ven como van perdiendo predicamento a pasos acelerados entre la ciudadanía. No hay interés alguno en devolver soberanía y capacidad de decisión al pueblo, se trata de un burdo intento de maquillaje, de cubrir con perfume las podredumbres de unos partidos que sólo pujan por mantener su chiringuito en pié.