martes, 10 de abril de 2012

Juguemos a las diferencias.


Uno de los grandes problemas que tiene la política española es que todo el mundo piensa que hay dos grandes partidos PP y PSOE, y que ambos poseen unos discursos claros y bien definidos y la realidad es que esos partidos son en realidad 17 distintos y si mi apuran alguno más. De este modo es imposible que exista una política nacional cohesionada y solidaria. Es cosa de las leyes de Newton, por mucho que nos empeñemos es imposible ir hacia ningún lado si cada uno empuja en una dirección distinta.

Otro problema es que esos partidos minúsculos que forman, a su vez, parte de esos los dos grandes, cambian de parecer según sople el viento de la actualidad con la mayor de las naturalidades y no se sonrojan de ir en contra de sus programas electorales ni del dedo acusador de la hemeroteca y si no vean como ejemplo el de la Presidenta de Madrid.

 

Si a todo esto se le añade el hecho de que una idea razonable dicha por uno que no sea PP y PSOE, duerme el sueño de los justos de los medios de comunicación hasta que no es vilmente copiada, tarde y mal, por uno de los dos mastodontes, entonces tenemos la pócima ideal de la crisis política en la que nos vemos inmersos:

Dos partidos sin rumbo que tienen a su vez copados y maniatados a unos medios de comunicación que son incapaces de ser independientes.

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