miércoles, 16 de febrero de 2011

No hay que tirar colillas al suelo.


Iba yo hacia el parque de San Francisco y delante de mi, como a unos cincuenta metros, se paseaba la barredora, una de esas nuevas máquinas barredoras que dejan un rastro de agua y limpieza allá por donde pasan. Daba gusto ir por aquella acera, era como caminar por la alfombra roja de los Oscar. Me sentía francamente bien.

Entonces, de la puerta de un comercio salió una cabeza. Una chica joven y guapa que lucía un hermoso pelo negro peinado hacia atrás con una coleta. Miró hacia la barredora y me miró a mi y de manera sorprendente, describiendo una parábola perfecta, arrojó la aún humenate colilla de un cigarro en mitad de la acera.

De mi acera, de mi cinematográfica acera recién estrenada.

Miré la colilla y miré a la chica, miré de nuevo a la joven sin creer lo que acababa de presenciar y cuando ella me devolvió la mirada, no sonaron los acordes de Love Story precisamente.

¿Qué le pasa a la gente? No sólo es que se hayan invertido millones en las nuevas máquinas, en cambiar los contenedores y en rascar los chicles que estaban pegados por cientos en los suelos, es que no comprendo cómo es posible que exista un ser humano civilizado al que no le de pena ensuciar lo que ya está limpio. Pues sí, como las meigas, haberlos hailos.

No sé si es que hemos vivido ya muchos años entre la suciedad y nos hemos acostumbrado pero me pareció increible la actitud de aquella muchacha que por otra parte es la de muchos en Badajoz.

Así fue, la calle tardó segundos en estar sucia de nuevo, los mismos segundos que convirtieron ante mis ojos, a una joven guapa y bien peinada en justo todo lo contrario.

No hay que tirar las colillas al suelo, eso es caca, ni al poco de pasar la barredora, ni nunca.

En fin, quién sabe, igual necesitamos unos carteles como éstos.





5 comentarios:

Marcos Callau dijo...

No puedo estar más deacuerdo contigo. Curiosamente algo parecido me ocurrió a mí y curiosamente en una plaza de Zaragoza que se llama San Francisco. A mí me gusta mucho pasear por las aceras recién lavadas, cuando acaban de pasar esas máquinas y todo huele a humedad. Pero en este mundo hay de todo. Qué le vamos a hacer!

Anónimo dijo...

Amigo Sigüenza, me parece una guarrería, aunque he de confesar que alguna vez se me escapa una colilla de la mano y va a parar al suelo... estas colillas, cuidado lo malas que son, se escapan de las manos a la mínima que te despistas...

N.

J. F. Sigüenza García dijo...

Marcos: antes de nada y como dicen por ahí, ¡qué bueno que viniste!, por otra parte, bueno, lo que se puede hacer es crear una conciencia, lo mismoque se hace con la velocidad y pagar impuestos. Algo parecido, lo imortante es no quedarse parado.

N: Lo se, son unas auténticas hijas de satanás, pero creo que hay veces que si te agachas a recogerlas se dejan coger y todo ;))

Trinidad dijo...

Si es que hay cada gorrin@ por ahí... pero bueno, pensemos que cuando maten, descuarticen y curen a esa señorita al relente de la sierra... uhmmmm que jamones mas riiicos... jajaja

Désirée dijo...

Falta de conciencia colectiva.
Hacen en la calle lo que nunca harían en su propia casa. O sí?

Gracias por el enlace y suerte con el blog!